
Mientras ocupamos gran parte de nuestro tiempo en regodearnos hablando acerca de la crisis, nuestra crisis, olvidamos que en países como Níger, Chad o Etiopía (por citar algunos ejemplos) miles de personas de mueren de hambre cada día.
Hablar de cifras de muertos es como hablar del tiempo de dentro de un mes: es algo intangibe, que nuestro cerebro es incapaz de abarcar, de comprender. El ser humano, para sentir verdadera empatía, necesita particularizar, poder vivir o contemplar de cerca el problema. Por eso son tan importantes esas imágenes terribles que nos muestran a niños desnutridos o, sencillamente, muertos de inanición.
En un planeta con tantos recursos como el nuestro, resulta grotesco que el hambre y la sed sigan siendo la principal causa de mortalidad infantil.
Olvidemos pronto este post. Posiblemente nosotros seamos los primeros en hacerlo, y mañana regresemos para hablar de nuestra crisis, o de cualquier otra sandez.
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