
Si sumamos a este episodio la defensa cerrada a Capms (vinculado con el caso Gürtel), los ataques despiadados a jueces, fiscales y policía judicial, la gestación de una nueva teoría conspiratoria (una vez más en contra del PP) y el mantenimiento en sus cargos de decenas de imputados (lo más escandaloso es el tema de Castellón, con un Fabra que suma nueve imputaciones) llegamos a la conclusión de que los conservadores se están comportando más como una panda de chorizos de medio pelo que como un partido que aspira a gobernar España y que, de hecho, ya gobierna en un puñado de Comunidades Autónomas.
La desvergüenza popular está alcanzando cotas estratosféricas, y sólo queda la esperanza y el deseo de que sean los electores y la justicia quienes pongan en su sitio a estos dirigentes, que han perdido el sentido del pudor y del mínimo decoro.
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