Desde El Editorial ya hemos manifestado en varias ocasiones nuestra posición: el aborto es un asunto muy serio que no debe banalizarse, y mucho menos fomentarlo como alternativa a los anticonceptivos. El aborto debe ser entendido como una solución última, extrema, que evite males mayores (riesgo para la vida de la madre, malformaciones, graves riesgos psicológicos...)
Últimamente asistimos a un debate en el que las posiciones van perdiendo mesura por uno y por otro lado. La campaña de la Iglesia comparando a linces con seres humanos es ridícula. El intento de los pro-abortistas de hacernos comulgar con la idea de que no pasa nada por terminar con un feto, como si no tuviera la entidad de proyecto de vida es nefasta. Ambos acaban ridiculizando y trivializando un tema muy importante.
El aborto es una solición terapéutica grave que debe responder a una causalidad rigurosa, definida y objetiva. El aborto no puede ser un derecho concedido sin más tutela a cada mujer de manera individual, pues en el fondo de lo que hablamos es de segar la posibilidad de que un feto alcance la posibilidad de vivir. Y es un asunto que no puede tomarse a la ligera.
NOTA: la imagen es de un feto de 14 semanas. Apenas alcanza los 10 cm y unos gramos de peso, pero su forma humana es completamente reconocible.
1 comentario:
el aborto ha de ser un derecho como el de quitarse la vida o emprender una huelga de hambre.
Me atrevo a asegurar que es una decision difícil en cualquier caso, cuya responsabilidad con sí misma y consecuencias suelen ser traumáticas.
Publicar un comentario