
Obama sigue empeñado en mantener el sistema tal y como estaba, y se propone inyectar a la banca miles de millones de dólares sin que ésta sacrifique a sus ejecutivos o renuncie a sus caducas y perversas maneras de manejarse.
El Presidente norteamericano debiera pensar seriamente en la posibilidad (tan denostada en aquel país) de nacionalizar parcialmente la banca, al menos temporalmente, hasta que escampe y hasta que se hayan implantado convenientemente los sistemas regulatorios y los mecanismos de control que impidan un nuevo desastre.
Caso contrario, se habrán tirado millones de dólares al alcantarillado, y eso es algo que todos lamentaremos durante años.
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