
De cuando en cuando los ateos expresan sus puntos de vista, siempre recatada y educadamente, a través de obras de teatro, artículos en prensa o ensayos. Recientemente lo han hecho, de una manera muy elegante, mediante una campaña en autobuses urbanos de Madrid y Barcelona. Las reacciones de la jerarquía católica de nuestro país no se han hecho esperar, y han sido un verdadero disparate. Dicen sentirse ofendidos (la campaña rezaba un sencillo y especulante: "Probablemente Dios no existe") y que deberían regularse este tipo de campañas, pues provocan malestar entre los creyentes. Olvidan los señores obispos que sus intituciones reciben subvenciones, espacios gratuitos en la televisión pública, oportunidades infinitas de expresarse en la calle... Además de los cientos de millones de euros que invierten en hacer proselitismo de lo propio, cuando no para captar fondos (en ocasiones no se sabe muy bien con qué fines). Todo es natural y en poco o en nada debe ofender a los ateos, sin embargo al contrario es una afrenta, un agravio incuestionable e insoportable.

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