EL RUMOR

jueves, 30 de septiembre de 2010

Tarjeta de visita

Colaboración de Julen M. Ayuso (Vitoria – Gasteiz):
Hasta límites insospechados me he sorprendido al conocer que la RAE, en el avance de la 23ª edición del Diccionario de la Lengua Española ha incluido la palabra en euskera “abertzale”, otorgándole las siguientes acepciones:

1.- Dicho de un movimiento político y social vasco y de sus seguidores: nacionalista radical.

2.- Perteneciente o relativo a este movimiento o a sus seguidores. (Wikipedia, enciclopedia libre)

Pregunta, por mi parte, obligada: Si el Diccionario ya cuenta con el término nacionalista... ¿ a qué meterse en berenjenales, añadiendo acento peyorativo a la acepción?...

Definir ahora en una publicación oficial de cultura que el abertzale –patriota vasco- es un nacionalista radical parece, por lo menos, un rasgo de absoluta ingenuidad, ya que el término, utilizado desde hace más de un siglo, significa “amante de la patria” y así se considera siempre todo patriota en Euskalherria, independientemente de que organizaciones políticas determinadas se consideren asimismo abertzales en la defensa d sus opciones. Pero la inclusión de dicho término en el Diccionario de la RAE, con la coletilla de nacionalismo radical como definición, se presta a muy diversas interpretaciones. No resulta, pues, extraño, que diversas organizaciones nacionalistas vascas, opuestas a la radicalidad, se hayan quedado de una pieza, al igual que el que suscribe.

A la popularidad de un término se puede apuntar todo el mundo, pero un estamento cultural como el que nos ocupa debiera pensárselo dos veces antes de incluirlo sin más, pegándole una acepción deslustradora. ¿Es que tal vez piensan, a partir de ahora, incorporar cantidades de términos de otras lenguas en el Diccionario de la Lengua Española?... No quedaría sitio en las alacenas para tanto volumen. ¿No tenemos ya numerosos vocablos castellanos de toda novísima riqueza en el Diccionario, que hayamos de añadir los de otros idiomas?...

No creo que vocablos tan llamativos como “tabulärius” (latín), “anduriña” (gallego), “poresqueró” (caló) o “perillós” (catalán) , por ejemplo, resulten candidatos a tan alto honor. No se trata, por mi parte, de ofrecer una visión almibarada y autocomplaciente de mi pueblo, pero es que encajas un desatino claro, si no leve tarascada, a una tierra de edad milenaria y avanzada cultura. Su acierto hubiese sido – el de la RAE- acomodar el tono propio al diapasón de la armonía general. Nacionalista radical no es, necesariamente, un abertzale. ¿Consultaron antes con la Real Academia de la Lengua Vasca? ...

Como si alguien hubiese dejado su influyente tarjeta de visita, no para cooperar en la humanización del género humano, sino a título de animosidad para contaminar en lo posible la inocente percepción de futuras generaciones de lectores de enciclopedias. Mil cosas avanzan y novecientas noventa y nueve retroceden: esto es el progreso.

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