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Desde que el G20 se ha impuesto como el nuevo modelo para desarrollar y controlar a la economía mundial el único éxito que se ha apuntado ha sido (y no es poco) salvar el sistema financiero del hundimiento. El problema es que los mecanismos y las prácticas que nos arrastraron a la crisis siguen actualmente vigentes.
Los Estados tienen más poder del que se les supone, y normalmente hacen uso del mismo torticeramente. Las buenas intenciones suelen quedar sepultadas bajo los escombros de intereses ecoómicos y partidistas (véase, por ejemplo, las dificultades con las que se está encontrando Obama para tratar de implantar el sistema público de salud en los EUA).
Sólo el arrojo y la responsabilidad (seguramente con mayúsculas) permitirán augurar una luz de esperanza. La coincidencia de Obama y Zapatero como máximos mandatarios mundiales en el primer semestre de 2010 quizá suponga una oportunidad. Esperemos que sepan aprovecharla.
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