EL RUMOR

viernes, 9 de julio de 2010

Regidores afortunados

Colaboración de Julen M. Ayuso (Vitoria):

Hondas razones sentimentales tienen prendida la isla de Tenerife en mi corazón. No se trata de un piropo gratuito, para quedar bien, aplicable a todos los lugares que uno visita y donde te tratan con corrección, etc. No. “Tenerife amable” es el lema que allí se difunde y que se ejerce en todo instante. Sus gentes son apacibles y de una afabilidad sorprendente, de acuerdo a una raigambre cultural afrolatina y de históricos mestizajes. Entre tantas cosas de esta índole , llama la atención el hecho de que en todos los pasos de peatones sin semáforo se detengan, ralentizando desde lejos, autos y autobuses para que pase usted y que usted se quede asombrado. Es un dato nada más, entre tantos.

Si añadimos que la iconografía orográfica de la isla es abierta y casi sin límite de perspectivas, que su naturaleza provee al turista de enclaves irreemplazables, que su flora es lo más diversa que uno pueda apetecer, su mar inmenso y bello y su clima con razón estimado como el más y mejor templado del planeta, semejaremos preparar el guión de un folleto turístico. Fuera como fuere, nunca nos pesarían nuestros adjetivos calificativos. Cierto: quiero y admiro a sus gentes, a los nativos de esta tierra especial, de belleza anonadante, cuyas infraestructuras turísticas pueden considerarse más que perfectas.

En este singular caleidoscopio, sin embargo, despuntan desde tiempo atrás diversas plastas que, soñar ahora con una red de carreteras renovadas y acordes con la grandeza del escrupuloso y colosal escaparate turístico, parece una entelequia. Es verdad y lo siento: la charada de sus carreteras en general, salvo excepciones, constituyen un anacronismo. Ya sabemos que se asfaltan algunas vías, tal como ha de expresar la Consejería correspondiente, pero saltan demasiado a la vista casos endémicos, cuales son la propias autopistas, a falta de una reafirmamiento solemne, no al estilo Jalisco. Hoteles de la categoría del Jacaranda, cuya cercana rotonda presenta un firme hundido, si no resquebrajado. De iguales caracteres los aledaños del Hotel Jardines de Nivaria. O el acceso a La Caleta, dirección al Hotel Bahía del Duque. En iguales condiciones, desde Guaza dirección Las Galletas, a la altura del Golf Los Palos... Estamos hablando de la zona Sur. Pero vaya usted hacia el Norte, en Icod de los Vinos, por ejemplo, para extasiarse con el Drago Milenario, a ver cómo le trata el piso de los accesos.. .

Los diferentes regidores de estas parcelas –afortunados, ya de entrada, por el hecho de habitar tan incomparable territorio-, al igual que el resto de las Comunidades, han debido ser receptores de fondos para el caso, pero imaginamos que se han favorecido paseos marítimos, playas y demás elementos colosalistas. Estos tramos malencarados de ruta esencial semejan convertir la límpida reputación de la afortunada isla en un vestido de gala con varios desgarros. Aunque interpelar a políticos responsables de casos como los referidos es exponerse a que te disparen frases lapidarias sin contexto alguno, para no perder el hábito, producto de jugadas de estrategia muy ensayadas en una actitud mesiánica. Hacer la rueda y regalar el oído es demasiado sencillo y, a la postre, poco solvente. Por esta razón, sólo apuntamos la disonancia, hija de una sintomatología alarmante, pese a que confiamos en una futura restauración de estas cosas,

En tal aspecto, por lo menos queremos empujar aquella flauta de “apresúrate despacio”.

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