
En estos días está quedando de manifiesto que España tiene una economía más saneada y fuerte de lo que algunos especuladores y prensa interesada pretendían hacer creer al resto del planeta.
Pero, al mismo tiempo, también se evidencia que somos un país débil, que apenas tenemos influencia y que nuestra capacidad para atajar las especulaciones en nuestra contra es más bien limitada.
Esta vez, una alianza en pos de intereses comunes con Trichet y el telefonazo a tiempo de Obama nos han salvado. Desde El Editorial deseamos que nuestro Ejecutivo haya aprendido alguna lección.
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