
Y ahí radica el problema: el cambio climático es demasiado intangible, su amenaza es silenciosa, aunque lentamente se haga palpable... lo hace lo suficientemente lentamente como para que nos neguemos a admitirla.
Además, no nos engañemos, luchar contra el cambio climático supone renunciar: al aire acondicionado, a la calefacción, al coche, al avión, a determinados detergentes, a energía barata, al desarrollo... Cosas demasiado "importantes" como para merecer la pena hacer un sacrificio.
A fin de cuentas, el pato de nuestros infinitos desmanes lo pagarán otros...
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