Siria se ha convertido en un festín de sangre y violencia, ante la pasividad internacional. Es asqueroso.
Desde El Editorial sólo podemos lamentar esta nueva prueba de la maldad, de la hipocresía y de la necedad que el ser humano, capaz también de grandes cosas, guarece en sus entrañas. Terrores que la evolución no ha conseguido amansar.
Nos despedimos con las palabras de Ghiath, pura premonición, pura poesía:
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