EL RUMOR

miércoles, 15 de diciembre de 2010

POR DISTINTOS CAMINOS

Colaboración de Julen M Ayuso (Vitoria – Gasteiz):

En las elecciones catalanas no ha producido efecto alguno el conocidísimo “caso Palau”, de corrupción localista – convergente. Curioso. La gente..., ¿califica de alguna manera a quienes le rapiñan?... Está claro que no, por lo visto. El suspicaz Ralph W. Emerson decía lo siguiente respecto de uno de estos tipos: “Cuanto más hablaba de su honor, más rápidamente contábamos los cubiertos”... Con referencia a esta lacra, y desplazándonos al ámbito de costumbre, se acaba de destapar una trama corrupta –con múltiples cohechos y amaños del gobierno de PP- en Ciudad Real. Nos remitimos para ello a crónicas periodísticas concretas de finales de noviembre pasado. Una más de dicha formación política en el pandillaje de mangancia más considerable que revelan las notaciones históricas. Sin embargo, y a la vista de lo sucedido en las elecciones autonómicas de Cataluña y avistando las generales de 2012, ¿hemos de pensar que la ciudadanía permanece inalterable y no castiga estos desmanes, sino que incluso ama y vota sin más a políticos sospechosos de perversión?... El merito plausible no es de quien vota a esos insaciables de poder, sino de los escépticos que se quedan en casa. En cuanto a las citadas elecciones catalanas, los auto- inciensos resultan discutibles en tanto verificamos que se ha registrado un cuarenta por ciento largo de abstención.
Por la misma regla de tres ha ganado votos en esa admirable zona la derecha española, pese al extremismo ideológico barriobajero de su alegre representante, consistente en alardear de xenofobia por calles y ramblas catalanas, fustigando al inmigrante. Y, en tanto, el registrador

sigue con su chirrido diario desde 2004 directamente contra la persona de Zapatero, a ver si así saca algo mañana. Todo es posible. ¡Poca lacha, vive Dios! Recuerdo con tristeza un amargo pensamiento del catedrático Jorge de Esteban: “La corrupción es democrática y hay que ensancharla para que llegue a todos. Si la democracia sirve para algo, es para que todos se beneficien del pastel”. Y para que alguien intente envenenarlo también, añadimos: porque el sabotaje destructor de controladores y sus inductores no tiene adjetivos, de momento.
Mis congéneres me decepcionan en su mayoría: tanto de vis a vis o en la calle, en las tertulias, en los círculos tradicionales, aquí y allá, la gente habla de la crisis, del paro y tal. A nadie escucho, sin embargo, interpelar al fenómeno de la corrupción generalizada y su trascendencia política, económica y ética. Si en el vagón del metro bilbaíno, atestado de viajeros, dos tipos agreden brutalmente, sin más, a una joven paraguaya porque les da la gana y la dejan herida y semi-inconsciente a base de puñetazos y patadas en el estómago, tal como así ha ocurrido estos días, y ninguno de los pasajeros intervino en absoluto para frenar la agresión, esta barbarie es alimentada por el desapego de los demás. Tanto en casos como éste y en los demás, la indiferencia general hacia la trascendencia de lo humano es lo que me decepciona y me pone enfermo. Por ejemplo, ahora mismo los noticiarios nos informan de que Anticorrupción lleva a juicio al ex consejero de Industria del gobierno balear de Jaume Matas y ex lider del PP de Ibiza Jose Juan Cardona, que irá a juicio acusado de liderar una supuesta trama que se apropió de 3,7 millones de euros de fondos públicos. Los 18 imputados afrontan penas de hasta 26 años de cárcel por malversación, cohecho, fraude, falsedad y asociación ilícita y prevaricación. Los fiscales detallan la actividad de esta asociación ilícita dedicada a apoderarse de ingentes cantidades de dinero. En el mismo diario y en la misma fecha se informa de que los agentes investigan la financiación ilegal de campañas de Aguirre y Rajoy, todo ello dentro del “caso Gürtel”... Y así, sucesivamente. Al propio tiempo, las encuestas aseguran que el partido imputado tiene ganadas de calle las próximas elecciones legislativas. Es por lo que me pregunto si el pueblo no se interroga a sí mismo acerca de quienes cometen estos actos, apropiándose del dinero público, el nuestro, y si es normal que lo celebremos, votándoles cariñosamente encima. Esta es la cosa.

¡Porca miseria! Andamos por distintos caminos.

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