
Las más emotivas son las de esos hombres, militares y empleados de la central, que de forma voluntaria se han prestado a arriesgar su vida por salvar la de muchos otros. Son gentes sencillas, anónimas, que conocen los riesgos a los que se exponen.
En estos tiempos en los que los medios facilitan ensalzar como héroes a personas sin ninguna habilidad o virtud sustancial, es preciso identificar y señalar a los verdaderos héroes.
Como ya sucediera en Chernobyl, los héroes están ocultos tras pesadas corazas o máscaras, pero brillan, brillan tanto que ciegan el resto de la inmundicia y la hipocresía que los rodea.
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