
Primero fue la incorporación a su ejecutivo de algunos líderez de la izquierda. Después la defensa a ultranza de los sistemas públicos de salud o educación. Y ahora se nos descuelga (en el marco del Foro Económico Mundial) con un discurso en defensa del Estado como agente regulador y en contra del capitalismo salvaje ejercido por los bancos, a los que quiere imponer sanciones y desea controlar con mayor eficacia.
Lejos está el
Sarkozy que rozaba la xenofobia cuando era ministro. También atrás quedaron los discursos ultra-liberales que acompañaron buena parte de su campaña electoral. Parece ser que un baño de "cruda realidad" está centrando al Presidente de la República Francesa.
Bienvenido sea al sentido común y a la empatía.
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